La Universidad de Salamanca está empeñada en estudiar y divulgar la vida, la obra y la actividad pública de Miguel de Unamuno. Esta permanente, fructífera e inescindible relación de su Universidad con don Miguel se ha visto ahora reforzada por el «Proyecto Unamuno» 2018, una iniciativa impulsada por la Oficina del VIII Centenario, dentro de la cual se enmarcó la presente exposición. Lógicamente, la Casa-Museo Unamuno de la Universidad de Salamanca fue la referencia ineludible en las indicadas tareas e iniciativa, y de ella procedían la mayoría de los materiales incluidos en esta muestra.
El foco se puso sobre el periodo que media entre el momento en que Unamuno decide abandonar Fuerteventura con destino a París, mes de julio de 1924, y el de su retorno triunfal, primeros días de febrero de 1930.
Había sido amnistiado del confinamiento en Fuerteventura decretado por la dictadura primorriverista pero no regresa al entender que «ir allí es imposible, peligrosísimo y contraproducente». En agosto de 1925 se establece en Hendaya hasta la ya datada culminación de su «destierro». En esos momentos se fraguaba el venidero cambio de régimen político de la monarquía parlamentaria o autoritaria a la república constitucional, tan anhelada esta última por Unamuno y de la que se convertiría en símbolo, que culminó el progresivo deterioro del sistema de la Restauración. Frente al pleno reconocimiento público de su retorno, planea sobre la mayor parte de su estancia francesa un cierto desaliento; su singular des-cielo: «Y más en este destierro, lejos de los míos, que a veces se me hace des-cielo. ¡Aquí, viendo cómo tantas de mis juveniles esperanzas de recuerdos se me están convirtiendo en seniles recuerdos de esperanzas, y lo que llamo mis exfuturos!». En estas coordenadas geográficas, temporales y anímicas transitó la exposición que, por lo demás, se articuló en torno a tres secciones que contenían más de trescientas piezas (fotografías, prensa escrita, manuscritos, dibujos…). Abrió la muestra la dimensión del hombre despatriado que ha de vivir en otro país, ocuparse de su familia tanto en la vertiente afectiva como económica, de sus relaciones sociales y de su situación administrativa. Se atendió luego a su figura como creador y gestor de su producción editorial. En fin, protagonizó el cierre su actividad política entendida en sentido amplio, en especial la de agitador político y social que probablemente convirtió a Miguel de Unamuno en el primer intelectual de nuestro país en la concepción contemporánea del término.
Textos de:
Julio Cordero González, Colette Rebaté, Jean-Claude Rebaté, Ana Urrutia Jordana, Mariano Esteban de Vega