Del 18 de octubre de 2022 al 12 de febrero de 2023
Sala de Exposiciones Hospedería Fonseca
Horario:
Martes a sábado de 12:00 a 14:00h y de 17:30 a 20:30h
Domingos y festivos de 10:00 a 14:00h
Lunes cerrado
La antropología como disciplina
La antropología social y cultural es una disciplina de las ciencias sociales que estudia la variabilidad de las culturas humanas. Su especificidad se basa en una larga tradición en el estudio de la diversidad cultural, en la investigación desde una perspectiva transcultural y en el interés por las relaciones interculturales. A medida que fue progresando su corpus teórico, y con la pretensión de establecer generalizaciones sobre la humanidad a través de la comparación y el análisis, se fue afianzando la idea de que existían aspectos comunes a todas las culturas, es decir, lo que hoy entendemos por «universales culturales».
Respecto a los universales de base biológica, incluyen un largo periodo de dependencia infantil, sexualidad durante todo el año (no estacional) y un cerebro complejo que nos permite utilizar símbolos, lenguajes y herramientas. Entre los universales sociales está la vida en grupos y en algún tipo de familia, etc. Por el contrario, la particularidad cultural es un rasgo, o característica de la cultura, que no está generalizado ni ampliamente extendido, sino que está limitado a una cultura o una sociedad.
En definitiva, los universales culturales son los elementos de la cultura, la sociedad, el lenguaje, el comportamiento y la mente que compartimos prácticamente todas las sociedades humanas. Al mismo tiempo, todas las culturas tienen necesidades básicas y desarrollan objetos materiales para satisfacerlas, fuertemente condicionadas por la naturaleza que les rodea. Estos objetos constituyen la forma de vida de un pueblo y son la expresión viva de su cultura, cuyo aprendizaje lo realizamos a través de la enculturación.
Los cazadores-recolectores, pastores y agricultores
Hubo un tiempo en que todas las culturas dependían de la caza y la búsqueda de alimentos para sobrevivir. Los seres humanos cazaban, recolectaban plantas y se adaptaban a diferentes hábitats, a menudo inhóspitos. En la actualidad, todavía se encuentran por todo el mundo sociedades de cazadores-recolectores, pastores y agricultores que conforman algunas de las escasas sociedades igualitarias del planeta Tierra, y su modo de vida es reflejo de su ingenio y de su creatividad.
La caza exige agilidad, paciencia y habilidades que se han transmitido de generación en generación, proporciona sustento a la familia y prestigio al cazador. Por ello, a los niños bosquimanos de Botsuana se les dan arcos y flechas para cazar ratas y pequeños pájaros desde temprana edad; por su parte, las niñas ayudan desde los cinco años a sus madres a recolectar plantas, bayas y tubérculos. En la actualidad, la dieta de los cazadores recolectores, de hecho, proviene de la recolección y no de la caza; es por ello que algunos científicos proponen invertir el nombre a recolectores-cazadores.
Al mismo tiempo, tienen un conocimiento extraordinario de la flora y fauna que les rodea. Utilizan las plantas como alimento, como medicina o para la construcción, incluido el uso de algunas plantas tóxicas que vierten en el agua para matar peces (etnia taw batú de Filipinas). Respecto a los animales, desde tiempos inmemoriales y durante generaciones han desarrollado sofisticadas técnicas de caza y rastreo. Los cazadores pigmeos baka de África imitan la llamada de apareamiento de los antílopes africanos para atraer a la presa. Para la caza utilizan arcos, flechas y cerbatanas; para la pesca, arpones o lanzas. Los bosquimanos de África ponen en sus flechas veneno que extraen de la oruga venenosa «n’gwa».
Los cazadores-recolectores, pastores o agricultores que todavía perviven no son vestigios de la historia humana. Han habitado sus tierras durante milenios, pero son tan contemporáneos como cualquier otra sociedad. Sus problemas surgen del robo de sus tierras, de los llamados «proyectos de desarrollo» y de las políticas opresivas y racistas que amenazan con exterminarlos. Sus vidas están siempre en constante peligro y con ellas muchas de las extraordinarias habilidades, ideas y creencias que sus modos de vida han generado.
La cultura, los universales culturales, la enculturación
Articulada en tres conceptos antropológicos (la cultura, los universales culturales y la enculturación), la exposición se inicia con una mirada hacia los precursores de la antropología como disciplina que reflexiona acerca del hombre y su diversidad. A su vez, está dividida en tres espacios expositivos que vertebran los objetos y textos explicativos de diferentes etnias de cazadores-recolectores, pastores y agricultores de países de África, Asia, Sudeste Asiático y Oceanía, a modo de territorios simbólicos: la defensa del territorio, la vida cotidiana y el tiempo de ocio.
El recorrido de la muestra comienza con un discurso narrativo sobre la violencia y la guerra entre los cazadores-recolectores, pastores y agricultores desde tiempos inmemoriales. Realizados con materiales diversos y originales diseños, pero con la misma intención, la de defender sus territorios, poner a salvo sus recursos naturales o ejecutar sus luchas intertribales, etc., se exponen variados escudos, lanzas, puñales, machetes, cuchillos, katanas y dagas que antaño y en la actualidad siguen utilizando estos pueblos.
A continuación, se expone la cultura material de pueblos cazadores-recolectores, pastores y agricultores muy distanciados geográficamente pero muy cercanos culturalmente: los pigmeos baka, ju/’hoansi, nyangatom y somba de África; los taw batú, tala andig y batak del Sudeste Asiático (Filipinas) y los dani de Oceanía (Papúa Nueva Guinea), entre otros. Sus objetos más representativos se incardinan en su universo mítico y en su uso cotidiano, como los recipientes de barro, de madera de baobab, de bambú, de fibras vegetales tejidas o de calabazas decoradas que antaño almacenaron líquidos diversos (leche, miel, etc.).
Por último, se exponen los objetos correspondientes a los momentos de ocio y de expansión; los dedicados al adorno corporal (discos labiales, collares de cuentas o de cauri…), a los juegos (muñecas, tirachinas…) y a la música, cuyos instrumentos (liras, tambores…) y canciones —grabadas in situ— nos acompañan durante todo el recorrido de la exposición.
En cada uno de los tres espacios expositivos se incluye un vídeo que contextualiza y enmarca científicamente los diversos materiales y contenidos que conforman esta propuesta. Todas las grabaciones a partir de las cuales se han creado estos vídeos, así como los objetos expuestos, proceden de los fondos reunidos por Francisco Giner Abati a lo largo de sus viajes y expediciones de trabajo a diferentes puntos del planeta.
El objetivo último de esta exposición es contribuir a que los objetos reunidos sirvan para contar una realidad, que no es otra que su propia historia, y al mismo tiempo ayuden a reivindicar la existencia de los pueblos a los que representan. Y sobre todo constatar que el ser humano, en cualquier lugar del planeta Tierra, tiene puntos coincidentes en la conformación de su existencia, motivo por el cual esta exposición se titula Los Universales Culturales.
Trabajamos con contenidos en su mayoría inéditos obtenidos en múltiples expediciones a algunos de los lugares más remotos e inaccesibles del mundo. Hemos trabajado con especial énfasis en el material que hemos rodado en distintos territorios de África.
El visitante se encuentra con un metraje desligado del documental científico con vocación divulgativa para permitir al espectador una relación más orgánica con los contenidos filmados
Se prescinde de la narración en off y de cualquier otra locución para permitir al espectador escuchar un sonido naturalizado a partir de un proceso de edición y postproducción que ha buscado enriquecer y poner de relevancia el valor del sonido de las imágenes, pero también del sonido como un complemento narrativo excelente para la experiencia etnográfica.
En consecuencia con la ausencia de narración o locución simultánea a la imagen, el apoyo gráfico y de texto se realiza por medio de intertítulos que dan al visitante información y contexto sobre la secuencia que va a visionar. Adicionalmente se introduce una línea de tiempo que ubica el momento de la producción general que está visionando.
Cada una de las secuencias planteadas tiene una entidad narrativa independiente, con el fin de permitir al visitante, en unos minutos, una experiencia integrada en el contexto de la exposición; pero también está conectada con el resto de contenidos del metraje al que pertenece y a los que resto de salas de proyección.
Son secuencias en las que se combina un estilo observacional con el que se documentan acciones de forma descriptiva con otro más directo en el que el registro de la realidad observada cobra toda la importancia restando valor a la intermediación de la cámara para que el espectador pueda entrar en contacto con las miradas, los gestos o las palabras de las personas filmadas.
La estructura narrativa de los contenidos audiovisuales que forman parte de la exposición está diseñada con base en diferentes secuencias de acción que combinan la identificación de determinados objetos presentes físicamente en las salas, su utilización o aplicación práctica con momentos o acciones representativas de las personas y comunidades indígenas a las que pertenecer dichos objetos, con un recorrido por distintas comunidades indígenas que se organiza en función del tipo de actividad de éstas: la caza, la pesca y la recolección, el pastoreo y finalmente la agricultura.
Por último, las películas que encuentra el visitante en esta exposición son el resultado de un ejercicio de resignificación del material de archivo. Lo hacemos a partir de los debates en torno a las estrategias de representación de la antropología visual actual. No hablamos de autorepresentación, ni siquiera de una representación compartida, pero desarrollamos un cine etnográfico que ofrece una relación más orgánica, más directa con el visitante y que pretendemos que marque el camino de los contenidos que elaboramos desde el museo con el impresionante catálogo audiovisual obtenido por el profesor Giner-Abati.
Comisarios de la exposición: María Belén Bañas Llanos y Pablo Calvo de Castro